sexta-feira, 10 de abril de 2009

JUAN CALVINO

JUAN CALVINO

El texto abajo fue sacado del sitio: Conpoder.com


¿Quién era Calvino?
Es el autor de la carta cuya traducción presentamos aquí. Juan Calvino nació el año 1509 en Noyon, en el norte de Francia, y murió en Ginebra el año 1564. Por consiguiente, su actividad pública se desarrolló a mediados del siglo xvi.
A principios de este siglo plugo a Dios llamar a su pueblo para que volviese a la pureza de la doctrina evangélica. Y esto se llevó a cabo, en particular, por mediación del catedrático en teología de Witenberg (Alemania) Martín Lutero.

Este no había pensado, ni mucho menos, en instituir una nueva iglesia; pero debido a
las luchas de su propia vida y al estudio asiduo de la Biblia, llegó a descubrir que la iglesia se habla apartado del verdadero Evangelio, es decir, que el hombre es justificado por In fe, sin las obras de la ley (Romanos 3:28).


Cuando Lutero empezó a predicar este evangelio contra los errores que se hablan introducido en la Iglesia, errores que inducían a las gentes a confiar en sus propias obras religiosas para obtener así su salvación, entró en conflicto con los "dirigentes" de la Iglesia de su época, y también, finalmente, con el papa.


El año 1520 fue desterrado a causa de su confesión del Evangelio. Pero la Iglesia está donde está la Palabra de Cristo (Juan 3:27). Al desterrar a su testigo fiel, la iglesia de Roma demostró ser una iglesia infiel y falsa. Sin embargo, el Señor condujo hacia la reforma de la Iglesia a todos los que quisieron seguir su Palabra.


Ellos prefirieron el yugo de Cristo al yugo de los hombres y al yugo del papa.
Juan Calvino, que perteneció al principio a la iglesia de Roma, y habla seguido los estudios humanísticos, atraído durante los primeros se sintió también treinta años del siglo xvi, por los caminos de reforma de la Iglesia. Y así como Lutero fue una gran ayuda para la Reforma en Alemania y países escandinavos, Calvino lo fue para
los románicos, anglosajones y Países Bajos. Siguió a Lutero y demás reformadores antiguos, continuando adelante por el camino que ellos hablan empezado, a saber: la reforma de la Iglesia según las Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento, que fueron aceptadas como única autoridad para ésta.




Después de peregrinar por diversas partes, fijó su campo de acción en Ginebra, en la Suiza de habla francesa. En 1535, o sea antes de la llegada de Calvino, ya habla sido introducida la Reforma en dicha ciudad. Calvino publicó en Basilea, el año 1536, su obra principal y más conocida, "Institutio Religionis Christianae. (Institución de la Religión Cristiana).. En el mismo año se le persuadió para que se quedase en Ginebra –cosa contraria a su voluntad-, y alli instructor. primeramente, y como predicador trabajó como más tarde.


Su primera estancia en esta ciudad fue de corta duración. Cuando por medio de su predicación y obra, en las que sus compañeros de ministerio le ayudaron constantemente, fue afirmándose cada vez más la autoridad de la Palabra de Dios en la Iglesia y el Estado, se produjo también la resistencia contra este trabajo, la cual se
hizo al final tan fuerte, que tanto Calvino como sus colegas fueron expulsados de la ciudad (1538).


Entonces Calvino se fue a Estrasburgo donde fue predicador de una congregación de habla francesa. Estos años de Estrasburgo fueron de gran trascendencia para él. Desde este lugar se puso en contacto con los hombres más importantes de la Reforma en Alemania, e hizo amistad con un colaborador de Lutero, Felipe Melanchton, la cual no se rompió nunca a pesar de las grandes diferencias que les separaban. Entretanto se entregó con todas sus fuerzas a las controversias religiosas de aquel tiempo. De este modo conoció con más claridad las grandes diferencias existentes entre Roma y la Escritura, conociendo al mismo tiempo todo el terreno donde habla penetrado la Reforma.


Mientras tanto se entregó a la edificación y dirección de la iglesia que le habla sido confiada en Estrasburgo. También tuvo contacto muy frecuente con personas que hablan sido arrastradas por la gran corriente de los anabaptistas. Estos, al igual que los reformadores, se apartaban de la autoridad de Roma y no querían saber nada de la autoridad del papa, pero al mismo tiempo desechaban prácticamente la Sagrada Escritura. Según ellos, ésta no era mas que letra muerta y aquí se trataba del Espíritu
que da vida, Pero ellos separaban a este Espíritu de la Palabra del Evangelio.

Como consecuencia, desechaban el bautismo de niños y menospreciaban el pacto de la gracia, y la Iglesia instituida con diversos cargos, y en los primeros tiempos turbulentos se mostraron tumultuosamente con frecuencia contra la autoridad bíblica. A estos hombres se les considera justamente como fanáticos. Calvino podía, a través de su traba o oficial, abrir los ojos a muchos de estos equivocados. En 1540 se casó con Idelette de Bure, la cual juntamente con su difunto esposo, había pertenecido a los anabaptistas, pero que volvió a la Iglesia gracias a Calvino. Idelette murió en marzo de 1549.


Tuvo una gran trascendencia que Calvino conociese tan de cerca el fanatismo de los anabaptistas. En aquella época, como siempre, acechaban a la Iglesia del Señor grandes peligros: Por un lado, Roma habla separado el Espíritu de la Palabra, y habla querido someterlo y supeditarlo a la jerarquía eclesiástica. Y por otro lado no era menos peligroso el fanatismo que volvía la espalda por completo a la Iglesia, separando también a su manera el Espíritu y la Palabra, haciendo que el hombre, en su orgullo, prevaleciese sobre la Palabra de Dios.


Debido a que esto era peligroso, pues tanto Roma como la autoridad pública confundían frecuentemente la Reforma con el fanatismo de los anabaptistas, teniéndolos como una misma cosa, Calvino procuró poner de relieve y examinar las principales diferencias que existen entre los dos. En resumen, Roma y el fanatismo eran una misma cosa en lo que se refiere a separar la Palabra de Dios del Espíritu Santo.


En 1541 Ginebra invitó a Calvino para que volviera de nuevo; y a pesar de lo difícil que vela comenzar de nuevo allí su obra tan pesada, aceptó volver y emprender la tarea que le esperaba. Su segundo período de trabajo comprende desde 1541 hasta 1564. Aunque este periodo es de gran trascendencia, sólo señalaremos algunos puntos.


Desde el principio, Calvino tropezó con mucha resistencia en la misma Ginebra. El liberalismo humanista no quería rendirse a la disciplina de la Escritura en la Iglesia. Se levantaban además peligrosas herejías contra la doctrina de las Escrituras. Muchas veces parecía que su obra iba a desaparecer, debido a que los poderosos de este mundo se unían contra Calvino. De aquí que sea injusta la idea de que mandó como dictador, antes al contrario, los poderosos y la gente bien considerada procedían contra Calvino, que sólo deseaba que se respetase la autoridad de la Palabra de Dios.

En los siguientes años de su vida pudo cosechar el fruto de su trabajo, aunque no en el aspecto lucrativo o de tranquilidad, pues permaneció pobre hasta el momento de su
muerte, viéndose además arrollado por el mucho trabajo que cada vez se hacía mas pesado, y teniendo que guardar cama muchos días y semanas a causa de su salud muy debilitada por la enfermedad, sin tener otra solución que continuar su trabajo en el lecho. Sus muchas enfermedades no le impedían continuarlo. El fruto de su obra pudo apreciarlo en el hecho de que la Palabra del Evangelio era cada vez más escuchada en la ciudad donde actuaba, y al mismo tiempo la voz del Evangelio y de su siervo se extendían más y más en el extranjero.


Para lograr esto último empleaba tres procedimientos. En primer !ugar, una abundante correspondencia que se extendía, por decirlo así, por casi toda Europa. Muchas veces le pedian consejo desde lejanas tierras, cuando había dificultades que resolver, o para servicio de la edificación de la Iglesia.


También enviaba sus cartas de consuelo a los creyentes oprimidos sobre todo en Francia. Mantenía correspondencia con personas que ocupaban importantes cargos en muchos países, teniendo siempre su mirada fija en la continuación de la obra del Señor.


En segundo lugar, se editaron una serie de libros escritos por él, especialmente comentarios sobre casi todos los libros de la Biblia. También estos libros se extendieron, muchas veces a través de traducciones, por una gran parte de Europa. Y en tercer lugar, Calvino ejerció su influencia más allá de las fronteras suizas por
medio de sus alumnos. En los últimos años de su vida estuvo ligado, como catedrático, a la Academia de Ginebra, que habla sido fundada en 1559; y además formó a muchos para la lucha de la reforma de la Iglesia.


Cuando murió el reformador, muchos, lo mismo nobles que gente sencilla, acompañaron su féretro. Según su deseo ninguna lápida decorativa adornó su tumba. Quien visite hoy la "ciudad de Calvino" buscará inútilmente su tumba; nadie la conoce. Pero aunque su siervo se marchó, la Palabra ha permanecido y se ha convertido, por la misericordia de Dios, en semilla del nuevo nacimiento hasta nuestros días.


Según hemos hecho notar, debemos ver a Calvino a la luz de los reformadores más antiguos que él, principalmente Lutero, a quien recordaba siempre con gran gradecimiento, si bien señalaba las faltas que habla tenido. ¿Cómo podremos distinguir ahora la linca que nos señala la reforma de Calvino? Querernos responder
brevemente a esta pregunta haciendo notar al mismo tiempo algunos puntos.


Calvino, no menos que Lutero, hace hincapié en que el hombre es justificado solamente por la fe, pero al mismo tiempo ve que tanto la creación como la salvación del hombre tienen por objeto la honra de Dios. Por eso no podemos detenernos en la salvación del hombre como si la salvación o la vida eterna fuese en sí misma el
objetivo final, sino que la pauta a seguir la encontramos en una vida de agradecimiento al Señor, por su voluntad manifiesta de darnos una vida liberada del pecado. Una vida de la que ninguna actividad queda excluida. Esto es distinto a lo que enseñaba Lutero: la vida pública y politica estaban, según él, fuera de la liberación del pecado
por Cristo.



Calvino, por el contrario, se esforzó para que las autoridades se supeditasen a la Palabra de Dios, e hiciesen que su gobierno estuviera al servicio del progreso del Evangelio. Al mismo tiempo se sintió llamado, no sólo a desarraigar todos los abusos que Roma habla introducido -a esto se limitó Lutero en la mayoria de los casos-, sino también a instituir todas las cosas según la evidente voluntad del Señor. Por eso, y a diferencia de Lutero, podía decir que la Iglesia tenla que ser libre, no sólo de la tirania papal, sino también de las potestades humanas, libre para cumplir la Palabra de Dios en ella por la predicación, el servicio de los sacramentos y el ejercicio de la disciplina.

Calvíno se afanó también por conseguir la unidad de todos los creyentes,
principalmente en su lucha contra Roma y contra toda clase de herejias, él estaba seguro de que la unidad sólo puede hallarse en la confesión de la verdad.

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